J. N. DARBY fue el hijo más joven de John Darby de Leap Castle, condado del Rey. Nació en Westminster, en el año 1800. Ese mismo año nació también E. B. Pusey, quien habría de abogar en favor del catolicismo romano dentro de la Iglesia Anglicana; y ambos también finalizarían sus carreras el mismo año. El nombre «Nelson» derivó de la relación con su tío, Henry Darby, comandante del Bellerophon en la batalla del Nilo, y del famoso almirante Lord Nelson. Fue educado en el «Westminster School», y más tarde en el Trinity College (Universidad de Dublín), donde se graduó en 1819 premiado con «Medalla de Oro» en Lenguas Clásicas. En 1822 fue convocado para trabajar como abogado en la «Irish Chancery Bar» (tribunal), pero un año después renunció a su carrera de abogado para entrar en el ministerio religioso y, en 1825, tomó las órdenes de diácono de manos del arzobispo Magee, a través de lo cual llegó a ser sacerdote un año después. Fue designado en la parroquia de Wicklow, en Calary, residiendo en una cabaña en medio del campo cenagoso.
La vizcondesa de Powerscourt, tras asistir a las conferencias sobre profecía de Albury, Drummond, inició ella misma reuniones similares en su mansión cerca de Bray, en donde Darby se encontró con N. Groves y J. V. Parnell (Lord Congleton), los que le fueron presentados por su amigo J. G. Bellett, quien mantenía contactos con Edward Cronin y con otros de pensamientos similares en Dublín. Todos éstos reivindicaban las funciones del Espíritu Santo y la esperanza cristiana, lo cual era generalmente ignorado.
Darby, desencantado con la religión que consideraba a la Iglesia unida al Estado, y constreñido por el pensamiento bíblico de la Iglesia como una entidad independiente del Estado (en su escrito más antiguo menciona la naturaleza celestial de la Iglesia y la necesidad de mantenerla separada de las cosas terrenales), resignó su cargo parroquial en 1827 y, al año siguiente, consumó su separación de la Iglesia Establecida al “partir el pan” en Dublín con algunos de los compañeros recién mencionados, un grupo de hermanos de similares pensamientos y ejercicios espirituales que ya se se reunían antes que él en Dublín para el estudio de la Biblia, para la adoración y el partimiento del pan, sin ritos eclesiásticos y sin ninguna jerarquía. Se oponían al denominacionalismo, al ministerio de un solo hombre y al formalismo eclesiástico.
En Irlanda se familiarizó también con Francis William, hermano de John Henry Newman (el Cardenal). El más joven de éstos, miembro del «Balliol College» (Universidad de Oxford), había sido tan distinguido en las Facultades de Oxford que, cuando se presentó en 1826 para recibir el título de B.A., la asamblea entera se levantó en su honor. Llegó a ser tutor de la familia de Mr. Pennefather (presidente de la Corte Suprema), cuñado de Darby. Sorprendido por la personalidad de Darby, Newman persuadió al «clérigo irlandés» a que visitara Oxford en 1830, y allí le presentó a un ex pupilo, Benjamin Wills Newton, otro destacado estudiante, miembro de Exeter. G. V. Wigram (Facultad de Oriel, Universidad de Oxford) y W. E. Gladstone (más tarde premier británico) de Christchurch, también se encontraron con Darby, pero sucumbieron entonces ante la influencia del anciano Newman, quien había sido recientemente elegido como predicador ante la Universidad.
Por el año 1832 se formó definitivamente una «reunión» de creyentes «al nombre de Jesús» (Mateo 18:20), la primera de esas características en Inglaterra. James L. Harris, tras renunciar a su influyente cargo local en Plymstock, se unió con los «hermanos», y dio inicio a su primer periódico, The Christian Witness, para el que Darby realizó varios aportes. S. P. Tregelles, el crítico textual, cuñado de Newton, fue «recibido» en 1836. Poco después, tomaron similar posición R. Chapman en Barnstaple, y H. Craik junto con G. Müller en Bristol. La compañía de aquellos días dorados, estaba caracterizada por una gran simplicidad y devoción.
En el año 1837, Darby llevó el «testimonio» al continente europeo, comenzando con los metodistas en Suiza. Por el año 1840 ya se habían formado varias congregaciones franco parlantes, cuando presentó sus conferencias sobre la esperanza de la Iglesia en Ginebra. Fue entonces cuando escribió en francés sus famosos «Études sur la Parole» (Estudios sobre la Palabra), que más tarde serían traducidos por William Kelly al inglés y retitulados «Synopsis of the Books of the Bible». No terminó estos cinco volúmenes sino hasta 1865. Su propósito con los «Études sur la Parole» era el de proveer al lector una guía para poder comprender claramente la diferencia entre la Iglesia —cuyo llamamiento es celestial—, y los gobiernos de este mundo, entre los cuales los judíos desempeñan un papel central en los caminos de Dios. Darby, en estos volúmenes, explica con gran habilidad el «argumento» o carácter de cada libro de la Biblia, mostrando cómo las diferentes secciones de los mismos se relacionan con el tema principal. La Sinopsis da cuenta del sentido que tenía de las dimensiones históricas y relativas al desarrollo de la doctrina bíblica.
Vuelve a visitar Plymouth en 1845, y se encuentra con un considerable apartamiento de las enseñanzas originales sostenidas en otras partes acerca del ministerio (había resurgido, por ejemplo, un espíritu clerical), la justificación del creyente, el arrebatamiento de los santos, etc., lo cual provocó disensión entre las «asambleas de hermanos». Surge entonces la llamada «cuestión de Betesda». Pero sólo a causa de una falsa doctrina fundamental tolerada en la asamblea, Darby se vio forzado a separarse de la congregación dominada por Newton, una vez que se puso en evidencia que éste enseñaba y había publicado nociones subversivas de los fundamentos de la fe cristiana acerca de la Persona y la obra del Señor Jesucristo, surgiendo así la primera gran división de «los hermanos»1.
Tras desarrollar la obra en Francia, desde 1853 Darby trabajó entre los bautistas en Alemania, donde surgieron asambleas de creyentes en ciudades tales como Dusseldorf, Elberfeld, etc., para los cuales produjo una versión de la Biblia en alemán, la «Biblia Elberfeld». Durante reuniones llevadas a cabo por la «Alianza Evangélica» en Berlín, Darby se encontró con el Dr. Tholuk (cf. «Autobiography de G. Muller»), a quien explicó su pensamiento sobre los dones. El teólogo de Halle estuvo de acuerdo con que tal era el sistema primitivo, pero cuestionó si ese sistema original bíblico podía ser puesto en práctica en la actualidad. La pertinente respuesta de Darby fue: «¿Ha hecho el intento de ponerlo en práctica alguna vez?». Para los hermanos de Francia, tradujo la Biblia al francés —la «Biblia de Pau»—, e hizo lo mismo para sus hermanos de habla inglesa. Su versión inglesa del Nuevo Testamento, de la cual se beneficiaron los doctores Field y Weymouth de forma independiente, fue anterior a la de los revisores de la Versión Autorizada de la década del setenta, y una versión completa de la Biblia en inglés vio la luz en 1890.
Desde 1859, hasta su muerte, además de los campos de labor recién mencionados, Darby realizó al menos tres viajes a Alemania, empleó considerable tiempo en Francia, visitó Holanda, Italia, Nueva Zelanda y las Antillas. Predicó fluidamente en francés y alemán. Durante el período comprendido entre 1859 y 1874, realizó siete visitas al Canadá y los Estados Unidos.
Durante cincuenta años se ocupó tenazmente de escribir comentarios expositivos originales de las Escrituras. La ya mencionada Synopsis, recomendada por el Obispo Ellicott a los estudiantes de teología de Gloucester, adquirió entre los simpatizantes de Darby una autoridad similar a la que se demandaba de las «Notas» de Wesley entre los metodistas. El Profesor Stokes describió esta obra como «la norma de apelación. Cualquier apartamiento de ese modelo se hace sentir amargamente» («Expositor’s Bible», Hechos 1, página 382). Pero nadie ha protestado contra tal uso de sus escritos más que el propio Darby, para quien la verdad era «un árbol en crecimiento» (C. W., XXIII, página 191). El estilo de escritura de Darby es repugnante, y él mismo hace referencia a esto en su correspondencia como algo que lo hacía recapacitar siempre. En contraste con ello, su ministerio en público era incomparable, y sus «cánticos espirituales» son poderosamente bellos. Su debilidad para los detalles constituía otra de sus limitaciones. Sin embargo, en su propia generación, ministró los consejos de Dios de forma singular. Sus críticas a lo que él estimaba como error, son usualmente lúcidas y punzantes. La idea que constituye el eje central en el pensamiento de J. N. D. es la de la ruina de la Iglesia y la apostasía de la dispensación (C. W., I, p. 192), la cual era su propia «carga» («Correspondence», I, 52); pero él pudo hacerse eco de las palabras de Calvino: «Cuanto más nefasta es la desolación en la que ha caído la Iglesia, tanto menos nuestros afectos debieran alejarse de ella» (Comentario sobre el Salmo 102:14). La crítica que hace Loof del concepto que tenía Darby de la Iglesia apostólica como una «sociedad visible organizada» (véase C. W., XX, 450, cf. «Correspondence», II, 245, 278), alegando que, para él, la «Iglesia» significaba «aquello que la fe protestante ha hecho suya», falla, por cuanto Darby no aceptaba la distinción que hizo Agustín. Darby hallaba «el principio esencial de la unidad» («Correspondence», I, 114) en las operaciones del Espíritu Santo. El Obispo de Birmingham (Charles Gore) lo consideró totalmente equivocado en este punto; pero el punto de vista de Gore en cuanto a la relación de la Iglesia con la Biblia es muy diferente del sostenido por Darby. Nadie correctamente instruido, por cierto, pretenderá que la situación actual de la Iglesia—una situación de debilidad, como Darby solía decir—, sea una situación lógica; ni por eso tiene que ser hallado —con el permiso del Obispo Gore— fuera de Roma, sobre la cual Darby sostenía que la Iglesia «histórica» era una caricatura de la que se manifiesta en el Nuevo Testamento. Una controversia sobre sus escritos acerca de los «sufrimientos de Cristo» (1866) surgió sólo a causa de la falla de su objetor en comprender su verdadera posición acerca del tema. Las «Letters of J. N. Darby» (Cartas de J.N.Darby) comprenden tres extensos volúmenes que abarcan un amplio rango de temas. La mayor parte de sus escritos y artículos se hallan reunidos en una colección de 34 volúmenes «The Collected Writings of J. N. Darby» (Colección de Escritos de J.N.Darby), editados por su viejo amigo y compañero William Kelly. En general, los «Collected Writings» se hallan organizados cronológicamente dentro de cada volumen, y temáticamente de un volumen a otro. Los temas principales incluyen: «Eclesiásticos» (volúmenes 1, 4, 14, 20), «Proféticos» (volúmenes 2, 5, 8, 11), «Doctrinales» (volúmenes 3, 7, 10, 15, 18, 22, 23, 29, 31), «Apologéticos» (volúmenes 6, 9), «Evangélicos» (volúmenes 12, 21), «Críticos» (volumen 13), «Prácticos» (volúmenes 16, 17), «Expositivos» (volúmenes 19, 24-28, 30) y «Misceláneos» (volúmenes 32-34). Hay un excelente volumen de índice general que ayuda a buscar temas no sólo en susLetters y sus Collected Writings, sino también en sus dos volúmenes de Miscellaneous Writings of J. N. Darby (en realidad, en los volúmenes 4 y 5 de sus Miscellaneous Writings puesto que los volúmenes 1-3 conforman los tres últimos volúmenes de los Collected Writings), siete volúmenes de Notes and Comments on Scripture y Notes and Jottings from Various Meetings with J. N. Darby, pero sus Spiritual Songs así como la Synopsis of the Books of the Bible no se hallan incluidos en el índice. Actualmente, con los avances de la Informática, puede disponerse del CD-ROM «The Darby Disk» (el ministerio completo de J. N. D.) que cuenta con un excelente sistema de búsqueda por palabras, frases, etc. en inglés (hoy presente en el sitio www.stempublishing.com).
Refutación de falsas doctrinas. Darby fue un hábil y perspicaz controversista. Su agudeza crítica para detectar falsos principios cuando otros tal vez habrían tratado meros detalles, es ciertamente extraordinaria. Una parte importante de su ministerio —mayormente en inglés, francés y alemán—se dedica a contender “por la fe una vez dada a los santos”, aunque nunca leemos en sus escritos ninguna respuesta al «ataque personal» —lo cual siempre él aconsejaba evitar—. Decía estar cansado de las contiendas, y prefería siempre la exposición de la verdad; pero “los que se oponen” debían ser refutados. Desde hacía tiempo el enemigo había estado entrando “cual avenida de aguas”, y el Espíritu de Dios no dejó de “alzar bandera contra él” (Isaías 59:19, V.M.). En su gran obra The Irrationalism of Infidelity (Collected Writings, Vol. VI), Darby refuta la obra de F. W. Newman Phases of Faith, cuando otros, es cierto, habían contestado algunos puntos de ella, pero sólo Darby refutó el libro entero. Fue el único que refutó también la obra del Dr. Newman —hermano del anterior— Apologia pro suâ Vitâ. Sus contestaciones eran hechas con altura, con una erudición tal que ponía en evidencia su plena competencia. En su «Lettre sur l’Inspiration de l’Ecriture Sainte» y en un posterior opúsculo «De l’Oeuvre de Christ», pone al descubierto el ostensible escepticismo del Profesor E. Scherer manifestado en su Revue des Deux Mondes. Expone las falacias y refuta los argumentos de los autores de Essays and Reviews. La fuerza de este don consagrado a la defensa y el mantenimiento del cristianismo nunca se ve de forma tan poderosa como en sus «Examinations» de estos «Ensayos» (véase Collected Writings, Vol. IX). Refuta a un gran defensor del Ritualismo, como lo es el Dr. Milner (End of Controversy), así como al racionalista Obispo Colenso y al Arzobispo Whately de Dublín. Dedica una extensa refutación a los defensores del Ritualismo en el escrito The Church and the World, habiendo ya tratado plenamente la cuestión de la Iglesia y el Estado anticipadamente unos treinta años atrás, como puede verse en el volumen XV de sus Collected Writings. La Iglesia de Dios también ha sido defendida por él en lo que respecta a sus principios, privilegios, espiritualidad, separación del mundo, adoración, destino y esperanza, como no lo ha hecho ningún otro escritor en los tiempos modernos. La doctrina del Espíritu Santo también ha sido desarrollada de manera fresca, plena y Escrituraria en escritos tales como Is the Comforter come, and is He gone? Y The Operations of the Spirit of God, por J.N.D.; y seguramente la exposición bíblica de la doctrina del Espíritu Santo es una parte vital de la bandera contra el enemigo. Los terribles errores acerca del pecado y de su castigo eterno—tales como el aniquilacionismo, la no eternidad del castigo y todas las demás facetas del escepticismo y del racionalismo escatológicos—, han sido refutados por Darby como por ningún otro. Y en vista del último Concilio Ecuménico y de la proclamación de la Infalibilidad papal, Darby ha escrito muy erudita y concluyentemente contra los dogmas católicorromanos y ha dado una tremenda exposición del carácter del papado, a partir de sus principales exponentes (véase Familiar Conversations on Romanism), con una severa réplica al Arzobispo Manning. La erudición, labor e investigación necesarias para llevar a cabo la colosal tarea de levantar bandera contra el papado de los últimos tiempos, es sencillamente sorprendente; y, si bien estuvo ocupado con esta gran controversia con Roma, así como con el racionalismo infiel, no por ello descuidó las controversias menores acerca de la santidad, que se habían suscitado entre los cristianos poco tiempo atrás, sino que zanjó la cuestión para toda mente sujeta a la Palabra en una pieza maestra contra el «Perfeccionismo»: A Review of R. Pearsall Smith’s Book, “Holiness through faith”, y una carta sobre las consecuencias prácticas. Su Dialogue on the Wesleyan Doctrine of Perfection, también es digno de mención, lo mismo que su posición en contra de E. Irving y de B. W. Newton, replicando sus falsas posturas. La verdad profética también fue defendida con claridad, entereza e inteligencia, y Darby tiene al menos cuatro volúmenes dedicados a ella. Quizás como en ningún otro de sus escritos es tan notable la fuerza y la perspicacia con que refuta el ensayo más importante de Irving: «Preliminary Dissertation to Ben Ezra». Para ese entonces, Irving, antes de caer en sus aberraciones, estaba en su apogeo, y Darby no llegaba a los treinta años de edad. Sin embargo, el protagonista más impactante de su tiempo, fue como un niño en manos de un hombre de dotes extraordinarias y de sorprendente fuerza, que sabía tenerla bajo control por amor a Cristo. Basta comparar sus «Reflections», al principio del primer volumen de sus «Collected Writings», con la Prel. Diss. a Ben Ezra de Irving, para corroborar lo dicho. Pero su más sustentada y minuciosa crítica la hemos de encontrar probablemente en su «Examination of B. W. Newton’s Thoughts on the Apocalypse», obra que él reduce simplemente a añicos («Collected Writings, Prophetic, vol. III). Podríamos mencionar muchos otros temas en que Darby levantó bandera contra el enemigo, como los que atañen a la persona y la obra de Cristo, la regeneración y la nueva creación, nuestra unión con Cristo, la posición del cristiano y su estado práctico, el Evangelio, claro y completo, etc., pero lo presentado hasta aquí será suficiente.
J. N. D. escribió muchos himnos, incluyendo «Hark! Ten thousand voices crying», «O Lord, Thy love’s unbounded», «Rest of the saints above», «Rise, my soul, thy God directs thee», «This world is a wilderness wide» y muchos otros que se cantan en el mundo entero. Se ha publicado un volumen de poemas, meditaciones e himnos titulado Spiritual Songs.
Del pequeño grupo original de Dublín, Groves, Bellett y Cronin —pronto Lord Congleton también— ya habían partido para estar con el Señor cuando el turno le tocó a J. N. D. el 29 de abril de 1882. En sus últimos días en Bournemouth dejó consignado que no sabía de nada para rememorar, y que Cristo había sido su único objeto. Aunque sobresaliente de nacimiento, era notablemente sencillo en hábitos y costumbres, así como transparente y confiable. No tenía nada que lo hiciera despreciable. Cuando surgió la ocasión, arrojó por la borda todo formalismo religioso. Su ministerio siempre guardaba estrecha relación con sus visitas pastorales, de lo cual se ocupaba todas las tardes. Aunque la debilidad no se dejaba ver, la fuerza de su juicio yacía en el predominio que el aspecto moral de cualquier asunto tenía para él. Vivía en la Biblia, y siempre recomendaba «pensar en la Escritura». Ojalá que de la misma manera la Biblia sea para nosotros nuestro único alimento espiritual, nuestro único sostén y nuestra única arma.
NOTA: Una biografía muy completa de Darby es la que recientemente elaboró Max Weremchuk, y que publica la editorial Loizeaux Brothers, bajo el título: John Nelson Darby, A Biography, by Max S. Weremchuk (Loizeaux Brothers, Neptune, NJ, USA).
1 Los llamados «Hermanos Libres» (del inglés «Open Brethren») se separaron en 1848 como un grupo de asambleas independientes durante la conocida «controversia de Betesda». Entre los «nuevos» principios que adoptaron, los cuales los apartaron de los lineamientos originales del movimiento, podemos mencionar los dos más característicos: la independencia (o «autonomía», si se prefiere) de la asamblea local respecto de las acciones de las demás asambleas (es decir, que cada asamblea local es «libre» de recibir o rechazar a quien ella considere conveniente sin tener en consideración las acciones tomadas por las demás asambleas), y la indiferencia respecto de las asociaciones con el mal, ya doctrinal, ya moral. Este último principio se formalizó al principio de la división en la llamada «carta de los diez», firmada por diez líderes de la asamblea de Betesda, en la que uno de los párrafos consta así:
«Supóngase que el autor de los tratados [B. W. Newton], fuese un falso maestro de doctrina fundamental; esto no nos autorizaría a rechazar a aquellos que vienen a nosotros y están de alguna manera asociados con él, pues lo que vale es si ellos comprendieron y adoptaron sus falsas doctrinas que trastornan los fundamentos de la fe cristiana, y no si están asociados o no con ello.»
Los «Hermanos Libres», siguieron hasta hoy llevando adelante este falso principio según el cual se consideran «libres o abiertos» para recibir en comunión a cristianos asociados a falsos maestros, con tal que no hayan «asimilado» el mal por sí mismos. Pero no tienen en cuenta que la asociación per se es bíblicamente inaceptable, por más que quienes permanezcan asociados a falsos maestros no declaren adherir a falsas enseñanzas. La asociación con el mal, cuando se tiene conciencia de este último, pero se es indiferente a él, contamina. Véase el principio bíblico en 2.ª Juan 9-11, donde se les ordena a la señora y a sus hijos que no reciban ni saluden a los herejes, porque si fuesen a hacerlo, aunque no adoptasen la herejía, se hacían cómplices con él de sus malas obras por el solo hecho de saludarlo o recibirlo. Asimismo en 1.ª Corintios 5:3-5 tenemos otro caso de contaminación por asociación con el mal sin que uno mismo practique el mal del otro, pero tolerándolo o siendo indiferente ante él: el apóstol dice a los corintios que por el hecho de seguir asociados con el que cometía la inmoral acción, ellos ya no podían ser considerados una “nueva masa”, sin levadura, en la práctica, sino que debían limpiarse de la levadura “para ser” nueva masa (si bien lo eran posicionalmente en Cristo, pero ya no en la práctica). El mal moral de toda la asamblea de Corinto, no consistía en que todos al unísono practicaban la fornicación a la par del que tendría que haber sido expulsado por ellos, y así contaminarse, sino en que todos, conscientes del mal en su entorno, toleraban la mala acción o eran indiferentes a ella al no haberla juzgado oportunamente, lo cual los hacía partícipes del mal por asociación, no por practicar cada uno la fornicación para ser recién ahí contaminados. No se trata de contaminación por algún misterioso contacto exterior, como algunos han propuesto, y que el mal se transmitiera de esa forma, sino que el mal por asociaciónconsiste en una contaminación del corazón a causa de una actitud indiferente o neutral frente al mal de otro que toma lugar dentro del ámbito en que uno está asociado, ya en la esfera local, ya en la esfera universal (pues no hay más que una sola Casa de Dios en la tierra, la cual no se limita a la esfera puramente local según las Escrituras), y que requiere ser juzgado. Si el mal es juzgado, la asamblea o el individuo como en 2.ª Timoteo 2, se limpia; si el mal es tolerado, por el contrario, se contamina. La Escritura indica claramente la separación del creyente respecto de las malas asociaciones, y que la indiferencia con respecto al mal contamina. Véase también en relación con estos principios de separación, 2.ª Timoteo 2:19-22 y 1.ª Corintios 10:14-22.
Quienes quieran ver más detalles sobre la división con los «Hermanos Libres» y sus principios, pueden leer en español:
C. H. Mackintosh escribió una breve carta en la cual explica el desvío de los líderes de Betesda, y el abandono del terreno de la unidad práctica hacia el camino de la independencia eclesiástica:
Quienes sepan inglés pueden consultar estas excelentes obras:
FUENTE: verdadespreciosas.com.ar